Las decisiones compartidas en salud, también conocidas como toma de decisiones compartida, son un enfoque en el que los profesionales de la salud y los pacientes colaboran para tomar decisiones sobre el tratamiento o la atención médica. En lugar de que el médico tome todas las decisiones, se fomenta la participación activa del paciente, teniendo en cuenta sus valores, preferencias y conocimientos.
La toma de decisiones compartida se basa en la idea de que los pacientes tienen el derecho de tomar decisiones informadas sobre su salud, y que su participación activa en el proceso de toma de decisiones puede llevar a mejores resultados y una mayor satisfacción con la atención médica. Este enfoque reconoce que los pacientes son expertos en su propia vida y experiencias, y que sus opiniones y preferencias son fundamentales para tomar decisiones que se ajusten a sus necesidades individuales.
La toma de decisiones compartida implica una comunicación abierta y bidireccional entre el paciente y el profesional de la salud. Se deben proporcionar al paciente información clara y comprensible sobre su condición médica, las opciones de tratamiento disponibles, los posibles riesgos y beneficios asociados, y las probabilidades de éxito o fracaso de cada opción. El médico o profesional de la salud debe ofrecer su experiencia y conocimientos, guiando al paciente en la comprensión de la información y ayudándolo a evaluar las diferentes opciones.
La toma de decisiones compartida no considera que el paciente tenga que tomar todas las decisiones por sí mismo. Algunas personas prefieren que el médico tome la decisión final basándose en su conocimiento y experiencia. Sin embargo, incluso en estos casos, la toma de decisiones compartida implica que el paciente esté plenamente informado y tenga la oportunidad de expresar sus preferencias y preocupaciones.
En resumen, la toma de decisiones compartida en salud es un enfoque colaborativo en el que los profesionales de la salud y los pacientes trabajan juntos para tomar decisiones informadas sobre la atención médica. Este enfoque busca garantizar que las decisiones se tomen teniendo en cuenta los valores, preferencias y conocimientos del paciente, lo que puede llevar a una mayor satisfacción con la atención médica, mayor adherencia a los planes de tratamiento y mejores resultados para la salud.